
El 28 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Salud para las Mujeres, una fecha que invita a reflexionar sobre los determinantes sociales, culturales y económicos que afectan el bienestar de millones de mujeres y niñas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el estado de salud de las mujeres está condicionado por factores como las relaciones de poder desiguales, la violencia de género, el acceso limitado a la educación y la precariedad laboral.
Yéssika Moreno, Líder Médica Regional de Pfizer para Latinoamérica, advierte que “la salud de la mujer es un pilar fundamental para el desarrollo social, cultural y económico. Al hablar de salud femenina, es imprescindible adoptar una visión holística que contemple variables como el nivel educativo, los roles sociales y el tipo de empleo”.
Inmunización, una deuda histórica con las mujeres adultas
La vacunación no solo es una herramienta preventiva clave, sino un derecho humano. Aunque las mujeres suelen ser cuidadoras principales en sus hogares, muchas descuidan su propia inmunización. La OMS señala que la inmunización es crucial para reducir la mortalidad materna e infantil y constituye un motor para la igualdad de género.
Además, al proteger a mujeres y niñas, las vacunas contribuyen al empoderamiento femenino, permitiendo su participación plena en la vida social y económica. No obstante, muchas estrategias nacionales de vacunación no priorizan esquemas para mujeres en edad fértil, embarazadas o adultas mayores, perpetuando una brecha estructural en el acceso.
Cáncer en mujeres jóvenes, un perfil epidemiológico en transformación
El cáncer es una de las principales causas de muerte en mujeres a nivel global. Un informe reciente de la Sociedad Americana Contra el Cáncer advierte que los casos están aumentando en mujeres, particularmente en edades jóvenes, mientras que disminuyen en los hombres.
Factores genéticos, ambientales y de estilo de vida confluyen en esta tendencia. Es urgente fortalecer los programas de prevención, tamizaje y atención integral, especialmente en cánceres con alta carga femenina como el de mama, cuello uterino y ovario.
Migraña, una carga invisible con impacto familiar y social
La migraña afecta de forma desproporcionada a las mujeres. Estudios indican que tres de cada cuatro personas que padecen migraña en EE. UU. son mujeres, y ellas experimentan síntomas más intensos y discapacitantes.
Esta patología neurológica impacta la vida cotidiana, laboral y familiar. Las mujeres con migraña crónica son más propensas a retrasar la maternidad o tener menos hijos. Además, la migraña afecta la relación madre-hijo, generando consecuencias emocionales y sociales en la dinámica familiar.
Trastornos cutáneos, una prioridad silenciosa de salud pública
Las enfermedades dermatológicas también muestran un sesgo de género. Dermatitis, infecciones fúngicas y enfermedades inflamatorias impactan de forma significativa a las mujeres, muchas veces en edad reproductiva o avanzada.
Estas patologías representan una carga importante en años de vida ajustados por discapacidad (AVAD), con consecuencias sociales y emocionales que incluyen estigmatización, discriminación y limitaciones en el acceso a servicios de salud y empleo.
Desigualdades persistentes en salud mental y enfermedades crónicas
Datos del Observatorio de Mujeres y Equidad de Género de Bogotá revelan que el 32,7 % de las mujeres vive con enfermedades crónicas y que el 74,6 % reporta síntomas de depresión, ansiedad, fatiga o estrés. Además, el 65,5 % de los casos de ideación suicida en 2021 correspondieron a mujeres.
Estas cifras exigen una respuesta intersectorial que articule políticas de salud mental, estrategias de prevención, acceso oportuno a servicios y reducción de las brechas estructurales que enfrentan las mujeres en el sistema de salud.