
La lucha contra el paludismo enfrenta uno de sus desafíos más persistentes: cortar la cadena de transmisión del Plasmodium falciparum, el parásito responsable de la forma más grave y letal de malaria. En este contexto, una nueva investigación publicada este mes abril de en The Lancet Infectious Diseases aporta datos clave sobre el uso de una dosis única baja de primaquina (0,25 mg/kg) como estrategia para bloquear la infectividad humana a los mosquitos vectores.
Esta dosis, complementaria al tratamiento antipalúdico estándar, fue evaluada en un ensayo clínico aleatorizado en múltiples países africanos. Los resultados mostraron que reduce de manera significativa la capacidad de los pacientes infectados para transmitir el parásito, sin aumentar el riesgo de eventos adversos graves, incluso en contextos con presencia intermedia de deficiencia de glucosa-6-fosfato deshidrogenasa (G6PD).
La malaria, una enfermedad transmisible por picadura de mosquitos Anopheles, continúa cobrando más de 600.000 vidas al año en todo el mundo, según cifras actualizadas de la Organización Mundial de la Salud (OMS). A pesar de los avances en diagnóstico, tratamiento y control vectorial, su eliminación completa ha sido esquiva, especialmente en regiones tropicales con transmisión persistente.
Por otra parte, el desafío central no es solo curar los casos clínicos, sino también suprimir la transmisión desde personas infectadas, muchas de ellas asintomáticas. De ahí la relevancia de una intervención farmacológica que actúe sobre los gametocitos, la forma del parásito que se transmite a los mosquitos.
Dosis única, alta eficacia: lo que demostró el estudio en The Lancet Infectious Diseases
El estudio en The Lancet se diseñó precisamente para verificar si una dosis baja de primaquina, conocida por su acción gametocítica, podría integrarse de manera segura a los programas de control sin necesidad de pruebas sistemáticas de G6PD. Esta enzima protege a los glóbulos rojos del daño oxidativo, y su deficiencia relativamente común en algunas poblaciones puede inducir hemólisis tras la exposición a ciertos fármacos, como la primaquina.
Así mismo, la novedad del ensayo radica en demostrar que, a la dosis adecuada, la primaquina puede ser administrada de forma segura bajo vigilancia clínica, reduciendo la carga logística y económica de los programas de control, al tiempo que fortalece la contención epidemiológica del paludismo.
La evidencia también coincide con las recomendaciones de la OMS, que desde 2012 ha impulsado el uso de una dosis única baja de primaquina como parte de las estrategias de eliminación del P. falciparum, especialmente en países que han logrado reducir su carga endémica, pero enfrentan brotes esporádicos o transmisión residual focalizada.
Focos activos de paludismo y desafíos logísticos en América Latina:
En 18 países de América Latina se siguen notificando casos de malaria, este hallazgo tiene implicaciones importantes. Zonas como la Amazonía compartida por Colombia, Perú, Brasil y Venezuela aún presentan focos activos con transmisión comunitaria, exacerbados por factores como la movilidad poblacional, el acceso limitado a servicios de salud y la resistencia a insecticidas.
El uso estratégico de la primaquina puede contribuir a acelerar la interrupción de estos focos. Para ello, será necesario desarrollar guías nacionales de implementación que incluyan vigilancia farmacológica, capacitación del personal sanitario, protocolos de manejo clínico en pacientes con sospecha de G6PD, y disponibilidad de pruebas rápidas para esta enzima en escenarios de riesgo.
Más allá de su aplicación individual, este enfoque se inserta dentro de una visión integrada de salud pública, donde la eliminación del paludismo requiere la combinación de diagnóstico oportuno, tratamiento completo, control del vector, participación comunitaria, y monitoreo epidemiológico continuo.
A nivel global, más de 100 países han logrado eliminar la transmisión autóctona de malaria, y otros 25 están en camino de lograrlo en la próxima década. La meta de erradicación total, aunque ambiciosa, sigue vigente en la agenda internacional hacia 2030. No obstante, el avance dependerá de la incorporación efectiva de nuevas herramientas basadas en evidencia, como la primaquina en dosis únicas.
Finalmente, concluyen los autores en el estudio que: “Una intervención sencilla, con potencial de alto impacto y sostenibilidad”. La clave está en implementar este tipo de soluciones de forma segura y con una mirada de salud pública poblacional, especialmente en las regiones donde la malaria sigue siendo una enfermedad endémica y socialmente determinante.
En el Día Mundial del Paludismo, este nuevo hito en la farmacología del control vectorial representa una oportunidad para revitalizar el compromiso político y técnico con su eliminación definitiva. El paludismo, aunque prevenible y tratable, aún persiste donde las brechas sanitarias son más profundas. Una sola dosis, administrada con criterio y respaldo técnico, podría marcar la diferencia.