
El informe “Make America Healthy Again”, presentado esta semana por la administración del presidente Donald Trump y liderado por el secretario de Salud Robert F. Kennedy Jr., ha encendido el debate sanitario en Estados Unidos y en la comunidad internacional al incluir afirmaciones que generan dudas sobre el régimen de vacunación infantil, reviviendo teorías desacreditadas sobre su relación con enfermedades crónicas.
En un contexto global donde la confianza pública en las vacunas es crucial para la contención de enfermedades infecciosas como el sarampión, el documento ha sido recibido con preocupación por expertos de salud pública, asociaciones médicas y científicos, quienes advierten sobre el posible impacto en la cobertura vacunal y la seguridad sanitaria.
“A pesar del crecimiento del calendario de vacunación infantil, ha habido poca investigación científica sobre los vínculos entre las vacunas y las enfermedades crónicas”, afirma el informe, insinuando nuevamente una relación causal entre inmunización y patologías como el autismo, que ha sido rotundamente refutada por la evidencia científica desde hace más de dos décadas.
La persistente sombra de una teoría desacreditada
La hipótesis del vínculo entre la vacuna triple viral (MMR) y el autismo fue desacreditada desde finales de los años 90, luego de descubrirse que el estudio original contenía datos manipulados. Desde entonces, decenas de estudios revisados por pares han reafirmado la seguridad y eficacia de las vacunas infantiles. Sin embargo, Kennedy ha mantenido una posición crítica, ordenando recientemente a los Institutos Nacionales de Salud investigar el “origen ambiental” del autismo, un gesto que muchos científicos consideran políticamente peligroso y científicamente infundado.
El informe también se refiere a un supuesto aumento de la “sobremedicalización” en la infancia, mencionando el uso de psicofármacos y antibióticos, lo cual se enmarca en una narrativa que responsabiliza a la industria farmacéutica de sesgar la investigación y el diseño de políticas públicas en salud.
Una agenda ambiental y nutricional en tensión con las políticas federales en el informe “Make America Healthy Again”
Más allá del tema de vacunación, el informe plantea preocupaciones legítimas sobre el aumento de enfermedades crónicas asociadas al consumo de alimentos ultraprocesados, la presencia de sustancias tóxicas persistentes en el ambiente y los efectos de los microplásticos en la salud humana. Estas preocupaciones coinciden con parte de la evidencia científica actual sobre los determinantes ambientales y nutricionales de salud.
Sin embargo, las políticas de la administración Trump han sido contradictorias con esa narrativa. Mientras el informe denuncia los “químicos permanentes” en utensilios de cocina y textiles, el gobierno ha relajado los límites permitidos de esos mismos contaminantes en el agua potable. Asimismo, aunque se promueve la eliminación de colorantes sintéticos y el consumo de alimentos integrales, el mismo gobierno ha reducido la financiación para programas de alimentación escolar saludable y la investigación en nutrición pública.
“Aunque el informe incluye una buena idea, como aumentar el consumo de alimentos integrales, las soluciones propuestas contradicen los esfuerzos de Kennedy, Trump y los republicanos por recortar el gasto público en salud”, afirmó Peter Lurie, del Centro para la Ciencia en el Interés Público.
Tensiones internas en el partido republicano
El informe también ha generado divisiones internas entre legisladores republicanos, particularmente por las críticas de Kennedy a pesticidas agrícolas como el glifosato, ingrediente activo del herbicida Roundup. Aunque el documento reconoce que se requieren más estudios en humanos, cita posibles efectos en la salud reproductiva, desarrollo neurológico, cáncer e inflamación hepática, en línea con investigaciones previas de agencias internacionales.
Estas posiciones han incomodado a sectores aliados con la agroindustria, al tiempo que son celebradas por movimientos de bienestar y grupos anti-vacunas que forman parte de la base electoral de Kennedy. El resultado es una propuesta ambigua, que intenta conciliar intereses contrapuestos sin resolver las tensiones científicas y políticas de fondo.
Riesgos para la salud pública y la credibilidad institucional
Para los profesionales del sector salud, el impacto más preocupante del informe es el que puede tener sobre la confianza en las vacunas, especialmente en un momento donde Estados Unidos ha enfrentado rebrotes de enfermedades prevenibles, como el sarampión, impulsados en parte por la desinformación y las bajas coberturas en comunidades vulnerables.
La inclusión de afirmaciones sin sustento sobre la relación entre vacunas y enfermedades crónicas contradice las recomendaciones de Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y asociaciones científicas internacionales.
“Este tipo de documentos siembran confusión en la opinión pública y debilitan los esfuerzos de prevención sanitaria. No es solo un problema de desinformación, sino de erosión de la institucionalidad científica”, advirtió un portavoz de la American Academy of Pediatrics.