Las Siete Palabras de la IA en Medicina

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La Semana Santa en mi natal Popayán es un período que transforma profundamente la ciudad, alterando no solo su rutina cotidiana, sino impregnando toda su atmósfera de solemnidad y tradición. Surgen personajes icónicos de la cultura payanesa: las sahumadoras con su fragancia de incienso, los cargueros que avanzan con esfuerzo y orgullo, los músicos de la orquesta sinfónica que acompañan con solemne belleza, y todas aquellas figuras eclesiásticas, tanto humanas como imágenes religiosas que cobran vida en las calles del centro de la ciudad, mi blanca ciudad.

Desde siempre sentí una atracción especial hacia las imágenes de la procesión del Viernes Santo, particularmente hacia las que retratan la pasión de Cristo. Durante mis años infantiles como acólito en la Iglesia del Espíritu Santo y en la Catedral, participé activamente en numerosas ceremonias a lo largo de la Semana Mayor. Sin embargo, el día que permanece más vívido en mi memoria es, sin duda, el Viernes Santo; un día marcado por una profunda reflexión espiritual, un silencio sobrecogedor, y la poderosa experiencia de escuchar el famoso sermón de las siete palabras en la voz de los obispos.

Desde hace siglos, la humanidad ha utilizado la reflexión profunda para enfrentar momentos cruciales, buscando respuestas en las palabras pronunciadas en instantes críticos. El sermón de las siete palabras de Jesucristo en la cruz es un poderoso símbolo espiritual sobre el sufrimiento, el sacrificio, el perdón y la trascendencia.

Inspirado en esta profunda tradición y con el mayor respeto, propongo una reflexión desde otra perspectiva crítica actual: la aplicación y evolución de la inteligencia artificial (IA) en medicina. Tal como las palabras pronunciadas desde la cruz representaron un momento decisivo para la humanidad, hoy vivimos un instante decisivo en la medicina frente al avance acelerado (muy acelerado) de la IA analítica, generativa y agentica.

Primera Palabra: “perdona a la IA, porque no comprende sus sesgos”

Así como Jesús pidió perdón para quienes no comprendían sus actos, debemos reconocer que la IA en medicina, entrenada con datos históricos, refleja inevitablemente a la humanidad y sus sesgos. Estos prejuicios inadvertidos pueden profundizar inequidades clínicas si no existe una vigilancia ética y técnica constante.

Segunda Palabra: “hoy tendrás conmigo diagnósticos instantáneos”

La promesa del paraíso inmediato al ladrón arrepentido tiene su paralelo en la seducción tecnológica de la IA, especialmente de la generativa, que promete diagnósticos y decisiones rápidas y precisas. Pero ¡cuidado!, esta promesa de inmediatez puede generar un “paraíso” ilusorio construido por decisiones apresuradas e inexactas, llevando al riesgo de descuidar el juicio médico, desconociendo su contexto, experiencia y capacidad de decidir.

Tercera Palabra: “Médico, ahí tienes tu IA; IA, ahí tienes a tu médico”

Jesús encomendó el cuidado de su madre a un discípulo amado, simbolizando confianza y responsabilidad mutua. De manera similar, la IA agentica y los médicos deben mantener una relación simbiótica clara, consciente y responsable (man in the loop). Ni una inteligencia artificial sola, ni un médico sin tecnología pueden responder efectivamente a los retos actuales del cuidado clínico, a las exigencias del paciente del siglo XXI.

Cuarta Palabra: “Médico, médico, ¿por qué me has confiado totalmente a tu paciente?”

El desgarrador grito de abandono en la cruz encuentra su analogía en la IA dejada a la deriva clínica y al abandono de los pacientes. Si dejamos toda la decisión médica y el acompañamiento en la enfermedad a una inteligencia artificial o solo al destino, la exponemos ante la incertidumbre inevitable de la medicina. La IA debe ser soporte, no reemplazo, y la responsabilidad siempre debe retornar al criterio humano. Aún no podemos simular el abrazo o las palabras compasivas.

Quinta Palabra: “Tengo sed… de datos precisos”

La humanidad de Jesús, expresada en su sed física, refleja en nuestro contexto la necesidad imperiosa de la IA por datos exactos, robustos y limpios. La calidad de estos datos es la base fundamental para cualquier inteligencia artificial. Sin datos precisos, toda la estructura predictiva, generativa o agencial corre peligro de colapso, y de tener profundos sesgos como los expresados en la primera palabra.

Sexta Palabra: “Todo está entrenado”

Cuando Jesús expresó que su misión estaba consumada, reconoció que había cumplido su tarea. Pero en IA médica, esta declaración es peligrosa: pensar que un modelo de inteligencia artificial está “terminado” es olvidar que la realidad clínica siempre evoluciona. Los modelos deben adaptarse constantemente a nuevos datos, nuevas realidades y nuevas complejidades, además al entorno, es decir a los pacientes que vemos y no a los que imaginamos.

Séptima Palabra: “Humano, en tus manos encomiendo mis decisiones”

Encomendando finalmente su espíritu, Jesús se entregó totalmente en confianza. De la misma forma, la IA médica debe mantener siempre un límite claro: la decisión última, ética y profundamente humana, debe quedar siempre en manos del médico. Ninguna inteligencia artificial, por más avanzada que sea, debe sustituir la humanidad intrínseca del acto médico. Si bien el profesionalismo médico debe enfocarse en la supervisión del conocimiento sintético y no en competir con este, aún las decisiones deben mantenerse de nuestro lado. También es compromiso de los pacientes mantener un uso ético y crítico de las máquinas y sus productos.

En este punto decisivo, nuestra misión como equipos de salud es guiar la evolución de la inteligencia artificial con rigor científico, claridad ética y sensibilidad humana, asegurándonos siempre de que estas tecnologías sirvan al cuidado humano y no lo sustituyan, por más inteligentes que nos parezcan. No antropomorficemos a las máquinas.

Así, las siete palabras, reinterpretadas en clave tecnológica y médica, nos llaman a asumir la responsabilidad ante las oportunidades y riesgos del momento histórico que vivimos, en el que la inteligencia artificial podría ser una poderosa aliada o una peligrosa distracción si se pierde de vista la esencia fundamental de nuestra profesión: cuidar, proteger y aliviar vidas humanas.

Les deseo los mejores días de reflexión.